Cuando en 2017 ‘La casa de papel’ se estrenó en abierto en la televisión española, pocos podían prever que aquella historia de atracadores con máscaras de Dalí y monos rojos iba a convertirse en uno de los mayores fenómenos televisivos del siglo.
Sin embargo, bastaron unos meses desde su llegada a Netflix —donde se incorporó tras su emisión original en Antena 3— para que el mundo entero cayera rendido ante El Profesor, Tokio, Berlín, Nairobi y el resto de personajes creados por Álex Pina y Esther Martínez Lobato.
Fue entonces cuando el entretenimiento global descubrió, con asombro, el poder universal de una historia profundamente local.
Más que una serie, ‘La casa de papel’ marcó un antes y un después para la ficción española. Fue la primera serie en habla no inglesa que obtuvo un Emmy Internacional (en 2018, como mejor drama) y la que dio a Netflix uno de sus primeros grandes éxitos internacionales fuera del mercado anglosajón.
Sus tres últimas temporadas aún figuran entre las diez más vistas en habla no inglesa de toda la historia de la plataforma, con más de 600 millones de horas reproducidas solo en la Parte 5.
El fenómeno no se limitó al número de visualizaciones: sus símbolos —la máscara de Dalí, el mono rojo, la canción Bella Ciao— traspasaron la pantalla para instalarse en la cultura popular y política de decenas de países, siendo utilizadas incluso en protestas sociales en lugares tan dispares como Francia, Irak o Chile.
Ese impacto global tuvo consecuencias inmediatas. Primero, sirvió como catalizador para la internacionalización de la ficción española. Tras el éxito de ‘La casa de papel’, Netflix redobló su apuesta por el contenido producido en España, convirtiendo Madrid en un centro estratégico para sus operaciones en Europa.
De esa apuesta nacieron títulos como ‘Élite’, ‘Valeria’, ‘El inocente’, ‘Ni una más’, ‘El desorden que dejas’, ‘Sky Rojo’ o la más reciente ‘Un cuento perfecto’. Muchas de ellas cuentan con parte del equipo creativo o actoral de ‘La casa de papel’, lo que confirma su influencia como cantera de talento.
La serie demostró que la autenticidad local podía ser un activo, no un obstáculo, y cambió los criterios con los que las plataformas analizaban el potencial de una historia.
Segundo, liberó a los creadores españoles de complejos y limitaciones autoimpuestas. En palabras de sus propios responsables, supuso una “catarsis creativa” que impulsó a los guionistas y productores a pensar en grande, a nivel internacional, y a arriesgar en formatos, tramas y personajes.
Álex Pina lo resume así: “Cuando la ficción se siente libre, es capaz de ser brutalmente creativa. Y comienza a atreverse a soñar más y más lejos”. Esta mentalidad fue clave para la creación de Vancouver Media, la productora responsable no solo de ‘La casa de papel’, sino también de proyectos como ‘Sky Rojo’ o el próximo drama internacional ‘El refugio atómico’.
Tercero, transformó a sus protagonistas en iconos globales. Úrsula Corberó, Álvaro Morte, Pedro Alonso, Itziar Ituño, Miguel Herrán o Jaime Lorente vieron cómo sus carreras se multiplicaban en impacto, llegando a firmar proyectos en Hollywood, América Latina o Asia.
Corberó, por ejemplo, dio el salto a Estados Unidos con Snake Eyes, mientras que Pedro Alonso ha publicado libros y protagonizado ficciones de autor. La serie también sirvió de plataforma para nuevos talentos y potenció una percepción mucho más cosmopolita del actor español.
Finalmente, ‘La casa de papel’ cambió también la forma de producir. Netflix y Vancouver Media supieron adaptar la historia a los tiempos del streaming, con tramas vertiginosas, personajes poliédricos y una puesta en escena internacional que incluía localizaciones en Tailandia, Panamá, Italia o Portugal.
La narrativa coral y el ritmo frenético definieron un nuevo estándar para las series de atracos, y su estructura dividida en «partes» funcionó como un modelo para otras producciones posteriores.
El éxito motivó la creación del spin-off ‘Berlín’, centrado en el personaje de Pedro Alonso, que se estrenó en diciembre de 2023 y figura actualmente como la décima serie de habla no inglesa más vista de la historia de Netflix. Su segunda temporada ya está en marcha, con rodaje en localizaciones como Madrid, Sevilla y San Sebastián, confirmando que el universo narrativo sigue más vivo que nunca.
Con su narrativa trepidante, sus dilemas éticos y su fuerte carga simbólica, ‘La casa de papel’ no solo conquistó al público. Redibujó el mapa de la ficción internacional y situó a España como uno de los grandes focos creativos del mundo. Su legado es más que un éxito televisivo: es una revolución cultural que aún sigue inspirando nuevas historias. Una mattina mi son svegliato… y, el resto, es historia.
‘La casa de papel’: contigo empezó todo.
