Emitirla no supone apenas coste adicional, y su papel en la parrilla responde más a una lógica de contención presupuestaria que de ambición. En pleno verano, con un consumo televisivo mínimo, y en una franja como la sobremesa donde reina la fragmentación, el objetivo puede no ser el liderazgo, sino rellenar con dignidad un hueco imposible de conquistar.
El contexto no ayuda. Las tardes de Telemadrid llevan años en caída libre, y ni siquiera formatos consolidados como Madrid Directo logran romper esa inercia. La franja completa arrastra datos exiguos que ni siquiera alcanzan el 4% de share en sus mejores momentos.
El cine posterior a la serie no mejora la situación, y los magacines matinales tampoco consiguen levantar cabeza. De hecho, lo más visto en la cadena estos días ha sido el informativo, empujado por el interés político alrededor del PSOE y la figura de Santos Cerdán, en plena batalla política que salpica directamente a la dirección editorial del canal.
Pero hay un cuarto factor crucial: la competencia. Emitir Amar es para siempre de 15:30 a 16:20 es lanzarla al fuego cruzado. Tiene que lidiar con el cierre de los telediarios nacionales, los bloques de Deportes y El Tiempo, y luego enfrentarse a pesos pesados como ‘Sueños de libertad‘ en Antena 3 —su sucesora natural—, el imbatible Saber y ganar en La 2, y formatos con público fiel como ‘Zapeando‘ y ‘Todo es mentira‘.
En ese campo de batalla, cualquier producto con aroma a reposición tiene las de perder. Incluso nuevas apuestas como Tardear en Telecinco o Malas lenguas en La 2 apenas consiguen hacerse hueco.
En definitiva, más que un experimento fallido, lo de Amar es para siempre en Telemadrid parece un parche barato y temporal, una forma de sobrevivir al verano sin grandes inversiones. No busca audiencias masivas, sino simplemente no hundir más una franja ya de por sí en estado crítico. ¿Tiene futuro? Difícil. Pero mientras no cueste, quizás aguante.